¿Te suenan los términos “consumo colaborativo” o “economía colaborativa”? Si tu respuesta es “no” y tienes una empresa, no tendrás más remedio que ponerte las pilas, especialmente si tu público pertenece a la generación del milenio (millennials), jóvenes de entre 25 y 35 años que viven sobre todo en zonas urbanas.

El consumo colaborativo consiste en la convergencia de tres conceptos: compartir, crear y co-innovar. Colaborar, prestar e intercambiar se han redefinido gracias a las nuevas tecnologías. Esta naciente modalidad de consumo va desde compartir vehículo (Zipcar, Car2Go, Motit), a alquilar tu casa (Airbnb), comprar artículos hechos a mano (Etsy o Shapeways) o compartir herramientas (1000 Tools, las bibliotecas de herramientas).

En esta nueva economía, la masa se vuelve más poderosa y accede a los bienes de consumo gracias a los demás en lugar de comprárselos a una empresa convencional. La financiación para nuevos proyectos ya no se busca en los bancos tradicionales sino que se acude a plataformas de crowdfunding como LendingClub, por ejemplo.

Las cinco grandes categorías en las que se desarrolla el consumo colaborativo son: los artículos de consumo, los servicios, el espacio (vivienda, oficina), el transporte y cómo se comparte el dinero (préstamos y crowdfunding).
participation

¿Qué factores han contribuido al auge de la economía colaborativa?

  • La ubicuidad de los teléfonos móviles y la facilidad para conectarse a internet.
  • La crisis de los últimos años, que ha llevado a los consumidores a buscar formas de consumo que puedan ahorrarles dinero.
  • La mayor densidad de población de las ciudades y el aumento del desencanto ciudadano.

Recientemente se ha publicado el primer estudio a gran escala acerca del consumo colaborativo (“Sharing is the New Buying”, realizado entre octubre de 2013 y enero de 2014 con 90.112 participantes en EEUU, Canadá y Reino Unido). Gracias a él tenemos algunas pistas acerca de cómo son los usuarios de este tipo de economía que el estudio ha dividido en tres grupos:

  • Non-sharers, los que aún no se han apuntado a esta tendencia.
  • Re-sharers, los que compran y/o venden artículos de segunda mano online (utilizan eBay, por ejemplo) pero aún no se han atrevido a compartir otras cosas.

sharing

Ni los neo-sharers ni los re-sharers se distinguen especialmente del resto de ciudadanos. Los salarios del 30% de los neo-sharers oscilan entre los 50.000 y los 100.000 dólares (sueldo medio de la población urbana en sus países). De los que comparten, casi la mitad tiene entre 18 y 34 años, un poder adquisitivo considerable y una tercera parte utiliza las redes sociales. Además, los neo-sharers son menos proclives a casarse o comprar una vivienda, pero más propensos a tener hijos que la media.

La mayoría comparte por comodidad y precio, no necesariamente porque desea vivir de forma sostenible aunque sí que asocia conceptos de “comunidad” o “sostenibilidad” con este tipo de servicios compartidos y no con las empresas tradicionales.

Mientras que servicios como el de compartir vehículos son más populares en las grandes ciudades, plataformas de trabajo como oDesk o e-lance, o mercados online como eBay, son populares tanto en áreas urbanas como rurales.

Teniendo en cuenta que el número de neo-sharers se doblará en los próximos años, si eres una empresa tradicional ahora es el momento de apuntarte a este movimiento que está aquí para quedarse. Estos son los tres modelos en los que puedes inspirarte:

  • El modelo de mercado. Este es el elegido por la marca de moda Patagonia al asociarse con eBay. A través de esa unión anima a los consumidores a comprar ropa usada a la vez que enfatiza la durabilidad de sus prendas.
  • El modelo de servicio es el seguido por BMW con su programa DriveNow para compartir coches eléctricos.
  • El modelo de co-innovación lo ejemplifica la asociación entre GE y Quirky y permite que los usuarios envíen ideas para la creación de nuevos productos que posteriormente son diseñados por el equipo correspondiente y puestos a la venta.

 

Otras plataformas interesantes al albor de esta nueva economía son UnionKitchen, una incubadora gastronómica en la que se comparte un gran espacio cerca de la estación de ferrocarril de Washington D.C. para los que quieran ofrecer cenas a grupos, impartir clases de cocina o hacer sus experimentos culinarios sin tener que comprarse todos los utensilios; o Fitmob, un servicio que pone en contacto a entrenadores personales con clientes potenciales a través del móvil.

Si quieres mantenerte al corriente de las tendencias y empresas que ya son parte del consumo colaborativo no te pierdas este blog.