Ante la incertidumbre económica consecuencia de la pandemia, tres ideas: transformación, adaptación y resiliencia. Es el momento de tomar decisiones, de repensar nuestra empresa y de apostar por todo aquello que nos permita mantener la actividad productiva. Y todo apunta a que la transformación digital es la respuesta para hacer frente a esta nueva realidad que, poco a poco, se manifiesta ante nosotros.

No es nada nuevo. Llevamos años invirtiendo en tecnología para mejorar el día a día de las organizaciones y la relación con nuestros clientes y gracias a la experiencia única de la pandemia, las empresas han obtenido mucha más información sobre procedimientos, equipos y departamentos que no funcionaban como debían y que tienen que digitalizarse de manera urgente. Las pruebas realizadas durante este periodo en cuanto a reuniones virtuales, teletrabajo, ecommerce e inversión en redes sociales o para posicionar nuestra web nos han permitido ensayar y probar procedimientos que serán nuestra normalidad en los próximos años.

Eso sí, las empresas deben tener claro que la tecnología por sí sola no provoca la transformación digital, pero sí lo hace cambiar la organización para aprovechar el potencial de la tecnología.

Es el momento de un cambio fundamental del día a día de las organizaciones a través de la tecnología. Para lograrlo contamos con el respaldo económico de las instituciones. El Gobierno anunció hace unas semanas que movilizará 140.000 millones de euros, en inversión tanto pública como privada, para impulsar la digitalización del país en los próximos cinco años, con especial atención a la conversión digital de las empresas. En este sentido, la Agenda España Digital 2025 fija como meta que al menos el 25% del volumen de negocio de las pymes provenga del comercio electrónico en 2025.

Ventajas de la digitalización para impulsar las ventas

Invertir en la digitalización de las empresas genera importantes ventajas competitivas como la mejora de la experiencia del cliente al abrir nuevas vías de comunicación entre empresa y consumidor, lo que facilita la creación de un vínculo más fuerte entre marca y usuario y su fidelización.

Además, la transición digital genera datos de interés de nuestros usuarios, recogidos a través de redes sociales, web y ecommerce, lo que nos posibilita diseñar productos adaptados a sus necesidades e intereses reales, lo que tendrá un impacto positivo en su fidelización. En este sentido, es interesante destacar el caso de Zara que, a través de su web, monitoriza a sus clientes a tiempo real para conocer sus gustos y diseñar, a partir de esta información, prendas más factibles de ser compradas (generando menos stock). La misma estrategia sigue RNB Cosméticos, la empresa proveedora de cremas y perfumes de Mercadona, que monitoriza la demanda a tiempo real y adapta su producción en función de las ventas.

En la misma línea se mueve Lego. La marca de juguetes anima a sus seguidores a cocrear con ellos a través de la plataforma Lego Ideas, en la que los usuarios suben sus ideas sobre nuevos productos que el fabricante se compromete a hacer realidad si recibe más de 100.000 validaciones. El promotor de la idea recibe un 1% de las ventas. Otra juguetera aumenta las ventas a partir de una nueva estrategia digital: Hasbro impulsa un plan de escucha activa y diálogo en redes sociales para comprender mejor a sus clientes y crear así campañas de marketing directo más eficientes.

Los cambios no son fáciles y mucho menos en empresas con estructuras asentadas, pero la digitalización no se puede dejar de lado en estos momentos de incertidumbre, con el retail en retroceso y con un consumidor plenamente activo en el canal online. Invertir en transformar digitalmente nuestras empresas adaptándonos a esta nueva realidad es una oportunidad para mantener la actividad económica y seguir creciendo. El salto al futuro empieza con la metamorfosis digital.