Escucha esto: según un estudio de Cisco de 2013, cada segundo se dan a conocer 100 nuevos objetos online. Esto significa que cada día se lanzan en la red 8.640.000 productos. 3.153.600.000 cada año. Y de la mayoría no se entera nadie. El motivo, aparte de lo puro imposible de controlar tal cantidad de información, es que una gran mayoría ni nos importan ni nos interesan.

Pero si existen unos objetos a los que la gran mayoría de los consumidores prestamos atención son aquellos que prometen cuidar de nosotros y facilitarnos nuestra vida cotidiana. Y con esto cuentan las empresas que lanzan novedades que pertenecen a lo que se ha dado en llamar “the Internet of Caring Things”, o la Internet de las cosas que cuidan de nosotros.

Según trendwatching.com, la ubicuidad y abaratamiento de las conexiones wi-fi, la posibilidad de almacenar información en la nube, la geolocalización a través del móvil y la popularización del crowdfunding han permitido que esta tendencia de objetos que nos ayudan a cuidar de nuestra salud física y mental, así como de nuestra seguridad y nuestra familia, sea una realidad cada vez más recurrente.

En general, y al igual que pasa en el mundo off-line, los objetos que forman parte de la Internet de las cosas van de lo ridículo a lo práctico y no hay demasiado sitio para medias tintas.

Si nos centramos en estos objetos que cuidan de nosotros, podemos clasificar estos productos en cuatro grandes grupos:

  • La Internet de los objetos que nos permiten estar más sanos (Internet of Healthy Things). Son los productos que permiten que el usuario se automonitorice, lo que a su vez debería ayudarle a mejorar su salud. En este grupo, trendwatching.com resalta la china Cuptime, un vaso que controla los niveles de hidratación del usuario y puntúa su diligencia a la hora de beber la cantidad de agua requerida a través de una app; y Athos, un chándal, y demás ropa deportiva, que monitoriza la función muscular, la respiración, la cadencia, los latidos del corazón y el equilibrio de quien lo lleva puesto. Dentro de este grupo también se puede incluir a Stir Kinetic Desk, un escritorio que si está en modo Active sube y baja forzándote a moverte con él. O las Vitality GlowCaps, unos pastilleros que le recuerdan al usuario mediante luces, mensajes de texto e incluso llamadas telefónicas que es la hora de tomar sus medicamentos.
  • La Internet de los objetos que nos ayudan con nuestro bienestar (Internet of Mindful Things). Bajo este nombreenglobamos a aquellos objetos que contribuyen a que aquellos sobre estimulados, estresados y sin tiempo de entre nosotros tengan una vida más equilibrada. Destacan un antifaz para el sueño que monitoriza nuestras ondas cerebrales, la tensión muscular y el movimiento ocular para ayudarnos a sacar el máximo partido a nuestras siestas llamado NeuroOn; y Vigo, un dispositivo que te colocas alrededor de la oreja y utiliza un sensor para detectar tu estado de alerta y, cuando detecta que estás cansado, te envía una señal al móvil para activarte.
  • La Internet de los objetos de seguridad (Internet of Security Things). Son aquellos objetos que nos ayudan a proteger nuestras posesiones. El Goji Smart Lock, por ejemplo, nos envía fotos de todo aquel que intente abrir una puerta cerrada con llave. The Cricket es una alarma para bicis que manda una alerta al móvil cada vez que alguien toca, mueve o quiere robarte la bici.
  • La Internet de los objetos que nos mantienen seguros (Internet of Safety Things). La seguridad, una de las grandes preocupaciones humanas.Aquí encontramos Nest, un electrodoméstico que detecta las trazas de monóxido de carbono y humo en el hogar y alerta al usuario mediante un mensaje hablado en lugar de una alarma (Nest Labs es ahora parte de Google); Shockbox, un sensor flexible y muy pequeño que se introduce en el interior de los cascos de atletas y monitoriza el historial de colisiones que sufren. Otro ejemplo es Skully, un casco que ayuda al motorista a ver sus ángulos muertos gracias a una cámara y una pantalla.
  • Y por último, la Internet de los objetos para la familia (Internet of Family Things) o aquellos objetos que nos ayudan a sentirnos más cerca de nuestros seres queridos como, por ejemplo, Toymail, un juguete a través del cual los padres pueden enviar mensajes de voz a sus hijos. También se incluye aquí la chaqueta T. Jacket, que permite a los padres dar abrazos a sus hijos a través de una app para el móvil.

Estos son solo algunos ejemplos. Mimo Baby Monitor, HyGreen, Lively, Nuubo Smart Shirt o GeckoCap son otros de los objetos que prometen que nuestras vidas y las de nuestros seres queridos serán más fáciles si los usamos.

¿Realmente mejorarán todos estos objetos nuestras vidas o provocarán problemas de privacidad al poner online información privada y confidencial acerca de nuestra salud? ¿Sabrán las marcas responder a las mayores expectativas que este tipo de dispositivos generan en el consumidor? ¿Son este tipo de productos una mejora para nuestras vidas o una nueva barrera entre un ser humano y otro? La respuesta está por ver pero de momento sabemos que el 69% de adultos estadounidenses monitorizan al menos un indicador de salud y que se proyecta que el mercado para dispositivos inalámbricos de este tipo en EE.UU. alcance los veintidós mil millones de dólares en 2015.